La travesía por el río
Amazonas ocupó nuestras cabezas por meses. No eran pocos los
obstáculos que teníamos que sortear, desde el precio del flete del
auto y nuestros pasajes, hasta la forma de transportar al Chico, ya
que llevarlo en los usuales barcos de pasajeros con hamacas colgadas
unas encima de otras, y con todos los pasajeros hacinados, no parecía
muy factible.
Mercado Ver-o-Peso, increíblemente popular y bueno! |
Con todas esas dudas, y
muchas más elucubraciones alrededor, llegamos a Belém do Pará,
ciudad mítica si las hay, portal de la Amazonia. Con la tranquilidad
y comodidad que nos brindó nuestro amigo de Couchsurfing, Rafael,
pudimos dedicarnos a hacer todas las averiguaciones pertinentes para
llegar a Manaus, mientras conocíamos esa ciudad, aunque sea un poco.
Ya se empezaba a palpitar la Amazonia, con sus hierbas medicinales,
los brebajes que rozan la brujería, frutos exóticos y una humedad y
lluvias implacables. Además de que los rostros de las personas
comenzaron a mostrar sus rasgos indígenas (caboclos) y el río se
extendía como un mar en el horizonte. Nosotros nos dedicamos a
absorber todo lo posible de esa cultura y no dejamos pasar la
culinaria: quién tenga la posibilidad de probar la autentica guaraná
de Amazonia o un plato de douradinha frita con açaí en el Mercado
Ver-oPeso, no deje de hacerlo!
Por el lado de la travesía,
le dimos muchas vueltas a la ciudad en búsqueda del mejor precio y
de la posibilidad de subirnos al mismo barco con la Kangoo. Todo
parecía indicar que viajar junto con la Kangoo sería imposible, que
ya ninguna balsa carguera estaba transportando pasajeros, y hacerlo
está prohibido bajo grandes multas. Después de muchos problemas con
camioneros que viajaban con sus camiones en las balsas, se
emborrachaban, se peleaban, se caían al río y hasta se mataban, la
ley prohibió transportar pasajeros junto con vehículos.
Estábamos casi con las
ilusiones derrotadas, aceptando que nos separaríamos de la Kangoo
por 10 días, y sabiendo que esto significaría un durísimo golpe al
bolsillo, además de exponernos a robos y muchos nervios. Así que
nos jugamos la ultima carta. Fuimos a una estación de servicio donde
nos habían dicho que se juntaban los camioneros, para ver qué
podíamos conseguir. De tanto insistir, dimos con una persona que nos
contactó con un hombre con quién nos juntamos en Icoaraci (al Norte
de Belém). Ese hombre nos conseguía un precio considerablemente más
barato que otras empresas y nos llevó a hablar con el gerente de una
empresa naviera. Ante nuestro pedido de viajar con el auto, el
gerente nos dijo que había una posibilidad, pero debía confirmarlo
con la capitanía. Nada era seguro. Nos pidió que fuéramos al día
siguiente a embarcar el auto y que ahí nos enteraríamos si podíamos
viajar en la misma balsa.
Hasta Chico estaba harto de esperar! |
Nos fuimos contentos, pero
tratando de no hacernos ilusiones. Por las dudas armamos nuestro plan
B: nos hicimos la mochila como si tuviésemos que viajar por otro
lado, y aseguramos las puertas de los cajones de la Kangoo, en donde
están todas nuestras pertenencias, con dos robustas maderas y
clavos, para disminuir el riesgo de algún robo. Al otro día
llegamos a la hora pactada y nos encontramos con una buena y una mala
noticia. La balsa no salía ese día, pero ya era seguro que ibamos a
poder viajar junto con el auto! Nos fuimos muchos más ilusionados
todavía, pero sin poder creerlo, el plan B seguía vigente.
Al tercer día fuimos a
embarcarnos y otra desilusión: aún no había llegado el Diesel para
la balsa (por lo menos eso nos dijeron), así que no podíamos salir.
Más espera... Nuestra ansiedad estaba por las nubes, ya que al Chico
nunca lo declaramos como equipaje. Quien escribe sin embargo, siempre
pensó que el perrito está tan mimetizado con nosotros que es raro
que nos lo hagan dejar afuera de algún lugar o actividad, ya verán
más adelante que la teoría se va reforzando.
Finalmente la cuarta fue la
vencida, y el día sábado nos embarcamos los cuatro en "Capitán
Mimiro", la embarcación que nos llevaría a Manaus, aún sin
poder creer lo bien que se nos había dado todo.
Ya embarcados en el Capitán Mimiro con perro y todo! Por Chico nadie preguntó nada, viajó gratis :) |
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