miércoles, 5 de junio de 2013

Preparándonos para el Amazonas en Belém do Para

La travesía por el río Amazonas ocupó nuestras cabezas por meses. No eran pocos los obstáculos que teníamos que sortear, desde el precio del flete del auto y nuestros pasajes, hasta la forma de transportar al Chico, ya que llevarlo en los usuales barcos de pasajeros con hamacas colgadas unas encima de otras, y con todos los pasajeros hacinados, no parecía muy factible.

Mercado Ver-o-Peso, increíblemente popular y bueno!
Con todas esas dudas, y muchas más elucubraciones alrededor, llegamos a Belém do Pará, ciudad mítica si las hay, portal de la Amazonia. Con la tranquilidad y comodidad que nos brindó nuestro amigo de Couchsurfing, Rafael, pudimos dedicarnos a hacer todas las averiguaciones pertinentes para llegar a Manaus, mientras conocíamos esa ciudad, aunque sea un poco. Ya se empezaba a palpitar la Amazonia, con sus hierbas medicinales, los brebajes que rozan la brujería, frutos exóticos y una humedad y lluvias implacables. Además de que los rostros de las personas comenzaron a mostrar sus rasgos indígenas (caboclos) y el río se extendía como un mar en el horizonte. Nosotros nos dedicamos a absorber todo lo posible de esa cultura y no dejamos pasar la culinaria: quién tenga la posibilidad de probar la autentica guaraná de Amazonia o un plato de douradinha frita con açaí en el Mercado Ver-oPeso, no deje de hacerlo!


Por el lado de la travesía, le dimos muchas vueltas a la ciudad en búsqueda del mejor precio y de la posibilidad de subirnos al mismo barco con la Kangoo. Todo parecía indicar que viajar junto con la Kangoo sería imposible, que ya ninguna balsa carguera estaba transportando pasajeros, y hacerlo está prohibido bajo grandes multas. Después de muchos problemas con camioneros que viajaban con sus camiones en las balsas, se emborrachaban, se peleaban, se caían al río y hasta se mataban, la ley prohibió transportar pasajeros junto con vehículos.

Estábamos casi con las ilusiones derrotadas, aceptando que nos separaríamos de la Kangoo por 10 días, y sabiendo que esto significaría un durísimo golpe al bolsillo, además de exponernos a robos y muchos nervios. Así que nos jugamos la ultima carta. Fuimos a una estación de servicio donde nos habían dicho que se juntaban los camioneros, para ver qué podíamos conseguir. De tanto insistir, dimos con una persona que nos contactó con un hombre con quién nos juntamos en Icoaraci (al Norte de Belém). Ese hombre nos conseguía un precio considerablemente más barato que otras empresas y nos llevó a hablar con el gerente de una empresa naviera. Ante nuestro pedido de viajar con el auto, el gerente nos dijo que había una posibilidad, pero debía confirmarlo con la capitanía. Nada era seguro. Nos pidió que fuéramos al día siguiente a embarcar el auto y que ahí nos enteraríamos si podíamos viajar en la misma balsa.

Hasta Chico estaba harto de esperar!
Nos fuimos contentos, pero tratando de no hacernos ilusiones. Por las dudas armamos nuestro plan B: nos hicimos la mochila como si tuviésemos que viajar por otro lado, y aseguramos las puertas de los cajones de la Kangoo, en donde están todas nuestras pertenencias, con dos robustas maderas y clavos, para disminuir el riesgo de algún robo. Al otro día llegamos a la hora pactada y nos encontramos con una buena y una mala noticia. La balsa no salía ese día, pero ya era seguro que ibamos a poder viajar junto con el auto! Nos fuimos muchos más ilusionados todavía, pero sin poder creerlo, el plan B seguía vigente.


Al tercer día fuimos a embarcarnos y otra desilusión: aún no había llegado el Diesel para la balsa (por lo menos eso nos dijeron), así que no podíamos salir. Más espera... Nuestra ansiedad estaba por las nubes, ya que al Chico nunca lo declaramos como equipaje. Quien escribe sin embargo, siempre pensó que el perrito está tan mimetizado con nosotros que es raro que nos lo hagan dejar afuera de algún lugar o actividad, ya verán más adelante que la teoría se va reforzando.

Finalmente la cuarta fue la vencida, y el día sábado nos embarcamos los cuatro en "Capitán Mimiro", la embarcación que nos llevaría a Manaus, aún sin poder creer lo bien que se nos había dado todo.  

Ya embarcados en el Capitán Mimiro con perro y todo! Por Chico nadie preguntó nada, viajó gratis :)
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