martes, 11 de diciembre de 2012

Brasil no es sólo playas!



Con toda la exaltación y temor juntos, seguimos nuestro camino por 250 km hasta nuestro próximo destino: Bonito. Un aire de hazaña se percibía, pues estábamos en el Mato Grosso, lugar que uno ciertamente no considera entre su cartera de destinos. La ruta empezó poceada y complicada, pero nos terminó depositando en una pequeña y simpática ciudad, armada para el turista brasilero con plata, bien que no es precisamente abundante en este viaje. 
Bonito, capital ecoturística de Brasil tenía a su vez mucho para ofrecer a estos dos viajeros. Después de dos noches en un camping sin mucha vida, logramos dar con un uruguayo dueño de un camping mas interesante, algo montado para trotamundos, con construcciones de barro, mas idea de comunidad y mucho amor. También hicimos un arreglo en el cual ayudábamos con construcción y mantenimiento y solo nos cobraban una estadía y a precio diferenciado. En Bonito todo es caro y todo necesita de un guía profesional. De la treintena de tours que se ofrecen por ahí solo hicimos uno, recorriendo una gruta con agua cristalina en el fondo que se ve azul por la manera en que pega el sol. 


Las mejores excursiones fueron las que pudimos hacer gracias a los locales. Ellos también se ven afectados por los altos precios del turismo de Bonito, y no pueden entrar a ninguno de los ríos de la ciudad sin pagar. Pero como ya se sabe, hecha la ley (muy injusta por cierto!) hecha la trampa. 

Conocimos el río Formoso gracias a una bajada “escondida” bajo un puente de la ruta. Pudimos nadar en el agua transparente, y hasta hacer la caminata que ofrecen por un precio irracional, gratis! Los mismos empleados del lugar, nos vieron y no nos dijeron nada. Hasta para ellos es un atropello no poder ir a ningún río de forma gratuita!



También conocimos el Rio Aquidauana refugio de la gente de bonito que tiene los medios para entrar en un ruta de tierra por 50 kilómetros y además es el hogar de lo indígenas de la zona. Nuestro amigo Marcelo nos llevó por la margen del río hasta una cascada hermosa, rodeada de vegetación y nos explicó sobre cada especie que fuimos encontrando en el camino. El atardecer no encontró ahí, disfrutando de nuestro último día en Bonito, felices de haber conocido personas hermosas y un lugar donde la naturaleza muestra una de sus mejores facetas.



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