domingo, 17 de febrero de 2013

WWOOFeando en Morretes y abrazando a la familia Meira

A Luiz Paulo y el Engenho da Serra los encontramos a través de WWOOF (World Wide Organization of Organic Farms), una red mundial de granjas orgánicas bastante desarrollada en Brasil. WWOOF es una red que nuclea granjas orgánicas, en donde los dueños de las granjas inscriben su propiedad para que viajeros como nosotros podamos llegar. El intercambio es: el visitante trabaja unas 4 horas al día, a cambio de un lugar para dormir, comida, y aprender las diversas técnicas de plantaciones orgánicas. La granja de Luiz Paulo queda en Morretes, a unos 60 kms al Este de Curitiba. Cuando llegamos esperábamos encontrar al señor Luiz Paulo y nos encontramos con un chico de nuestra edad, con muchas de nuestras inquietudes y sueños. Nos quedamos 2 semanas enteras en lo de los Gnatta, viviendo con Luiz Paulo, un tipo tranquilo de 25 años, su mamá, abuelo y perros. El lugar es una antigua casa en el campo, con un ya obsoleto ingenio de Cachaça (de donde se hace la Caipirinha), un restaurant para turistas, y una pequeña plantación de diversas hortalizas, frutas y verduras. Ahí trabajamos durante dos semanas plantando, sembrando, desmalezando, rastrillando. Los tiempos de ocio fueron para descansar junto a un río cristalino y para conocer Morretes, encantadora ciudad atravesada por ese río y al pie de la Serra da Graciosa. Fue único convivir con una tradicional familia Paranaense, compartiendo debates sobre Lula, Dilma y Cristina, y aprendiendo de la agrofloresta orgánica. 






En el medio de nuestra estadía en Morretes, y manteniendo el contacto con Juliano y André, fuimos invitados a pasar un fin de semana en la casa de la playa de los padres de Juliano en Barra Velha, en el estado de Santa Catarina. Allá fuimos, 200 km al sur de Morretes y totalmente fuera de nuestro camino. Fue un fin de semana espectacular, con la familia que más contención nos dió en lo que va de este viaje, disfrutando de la playa y de buena comida. Ese fin de semana de principios de Noviembre se coronó cuando fuimos invitados a comer en lo de Francisco (padre de Juliano) en Jaraguá do Sul, ciudad que queda de camino entre Barra Velha y Morretes. Ahí comeríamos un rico pescado, regado con vino tinto y con una sorpresa muy especial: al día siguiente era el cumpleaños de Inés, y ellos, sabiendo de esto, le prepararon su torta preferida y regalos, y nos invitaron a pasar la noche ahí. Fue todo muy fuerte y emocionante, especialmente para Inés. Es realmente difícil poner en palabras lo que la familia Meira nos dejó. Ellos son, sin dudas, una parte muy importante de esta aventura, y siempre los vamos a recordar. 






Cuando nos fuimos de Morretes la semana siguiente, el plan era pasar unos días en la paradisíaca Ilha do Mel. Sin embargo, cuando llegamos hasta el puerto de Paranaguá para embarcarnos hacia la isla, la lluvia no nos dejó hacerlo. Llovía mucho y el pronóstico no era alentador. Así, con caras largas dijimos: ¿y ahora? Ya habíamos arreglado de juntarnos con Caloa y Euge (amigos de Córdoba) en Peruibe, en el estado de San Pablo, tres días más tarde. Pero no era hora todavía, entonces decidimos ir para Curitiba nuevamente, ya que nos había quedado la sensación de no haberla vivido por completo. Sin dudarlo, buscamos nuevamente a Juliano y André, que nos recibieron con los brazos abiertos. Nos quedaríamos dos noches más con nuestros amigos del camino y la vida. Vivimos un poco más la ciudad, caminando sus plazas, llegando hasta su mercado central, ferias, y visitando el Museo de Oscar Niemeyer. Con esto, dejaríamos Paraná y el rico Sur brasileño. Seguíamos viaje para el Norte, rumbo al estado de San Pablo!


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