lunes, 25 de noviembre de 2013

Adentrándonos en Venezuela: La Gran Sabana

Luego de casi un mes de haber entrado a Venezuela, decidimos adentrarnos un poquito. Conocer la Gran Sabana no estaba en nuestros planes. Cuando pensábamos en Venezuela se nos venían a la cabeza imágenes de playas y el mar Caribe solamente.
Así que después de llenar nuestro tanque de combustible con $ 3 bolívares (unos 0.10 ctvos de dólar, si LLENAR) nos lanzamos a la conquista. Desde el camino vislumbramos tepuis, las montañas más antiguas del mundo. Cuentan las leyendas que son sagrados y que existen civilizaciones que viven escondidas en sus cumbres ya planas después de miles de años de erosión. La Gran Sabana es como una pradera a 1.500 msnm. recorrida por cientos de ríos y arroyos que son sus venas y traen vida. Casi toda su área conforma el Parque Nacional Canaima, nombre dado por sus callados habitantes, los Canaima. 

1ra. Salto Kama; 2a. Tepuis
 A pocas horas de andar y por casualidad nos encontramos con Shahla y Peter, dos canadienses que llevan 9 años recorriendo el mundo en sus bicicletas, en lo que ellos llaman un largo camino a casa. Ya nos habíamos conocido en Brasil, muy cerca de Manaos. Ellos estaban acampando al lado de una cascada así que rápidamente armamos rancho entre los cuatro.


A la mañana siguiente nos despedimos de los chicos pensando que en unos días nos volvíamos a ver. Avanzamos unos cuantos kms. y dejamos la ruta principal para meternos en un camino de tierra y arena, aunque esto último no lo supimos hasta el final. La idea surgió en el momento y luego de consultar si nuestra Kangurita pasaba por el camino, con un indígena con el que apenas nos entendíamos, decidimos mandarnos. Siempre el lema del que no arriesga no gana. Hicimos los 50 kms que separan la ruta asfaltada del Salto Aponwao. Tuvimos que lidiar con bancos de arena y piedras en los últimos 3 kms. Por momentos pensamos que todo el camino había sido en vano y nos íbamos a tener que volver. Pero la Kangoo se bancó todo y llegamos a donde sólo vehículos 4x4 llegan. Chico dormía atrás, como si estuviera en una mecedora.
Para el salto Aponwao todavía faltaba cruzar un río y caminar una hora. Cosa que hicimos al día siguiente. Llegamos a otro lugar mágico. Otra vez solos en un salto de 110 mts. de altura. Hasta nos dimos el lujo de caminar por la mitad del abismo por el que cae el agua, que estaba seco. ¿En que lugar del mundo sino en Venezuela íbamos a poder disfrutar de un espectáculo así, sólo para nosotros y sin gastar ni un centavo? Sólo en Venezuela. En cualquier otro lugar, ya estaría concesionado a alguna empresa que explotaría los recursos hasta las últimas consecuencias. En cambio en la Patria Bolivariana el turismo es comunitario y en la Gran Sabana eso implica que los indígenas Canaima, los dueños de esa tierra desde siempre, la cuidan y la protegen, sin dejar de hacer todo lo que está a su alcance para ayudar al turista.
Nos quedamos en ese paraíso 2 o 3 días, sin ganas de emprender la salida que implicaba bajar a tierras más calientes y según decían más hostiles.

Salto Aponwao
Con Shala y Peter no nos volvimos a encontrar, pero sabemos que están muy contentos en Centroamérica y que piensan llegar a su hogar en alrededor de un año. Van a haber estado viajando 10 años completos para ese momento. Les dejamos su página web por si les interesa conocer más de su experiencia: www.culturequest.ca

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