Luego de casi un mes de
haber entrado a Venezuela, decidimos adentrarnos un poquito. Conocer
la Gran Sabana no estaba en nuestros planes. Cuando pensábamos en
Venezuela se nos venían a la cabeza imágenes de playas y el mar
Caribe solamente.
Así que después de
llenar nuestro tanque de combustible con $ 3 bolívares (unos 0.10
ctvos de dólar, si LLENAR) nos lanzamos a la conquista. Desde el
camino vislumbramos tepuis, las montañas más antiguas del mundo.
Cuentan las leyendas que son sagrados y que existen civilizaciones
que viven escondidas en sus cumbres ya planas después de miles de
años de erosión. La Gran Sabana es como una pradera a 1.500 msnm.
recorrida por cientos de ríos y arroyos que son sus venas y traen
vida. Casi toda su área conforma el Parque Nacional Canaima, nombre
dado por sus callados habitantes, los Canaima.
1ra. Salto Kama; 2a. Tepuis |
A pocas horas de andar y
por casualidad nos encontramos con Shahla y Peter, dos canadienses
que llevan 9 años recorriendo el mundo en sus bicicletas, en lo que
ellos llaman un largo camino a casa. Ya nos habíamos conocido en
Brasil, muy cerca de Manaos. Ellos estaban acampando al lado de una
cascada así que rápidamente armamos rancho entre los cuatro.
A la mañana siguiente
nos despedimos de los chicos pensando que en unos días nos volvíamos
a ver. Avanzamos unos cuantos kms. y dejamos la ruta principal para
meternos en un camino de tierra y arena, aunque esto último
no lo supimos hasta el final. La idea surgió en el momento y luego
de consultar si nuestra Kangurita pasaba por el camino, con un
indígena con el que apenas nos entendíamos, decidimos mandarnos.
Siempre el lema del que no arriesga no gana. Hicimos los 50 kms que
separan la ruta asfaltada
del Salto Aponwao.
Tuvimos que lidiar con bancos de arena y piedras en los últimos 3
kms.
Por momentos pensamos que todo el camino había sido en vano y nos
íbamos a tener que volver. Pero la Kangoo se bancó todo y llegamos
a donde sólo vehículos 4x4 llegan. Chico dormía atrás, como si
estuviera en una mecedora.
Para
el salto Aponwao todavía faltaba cruzar un río y caminar una hora.
Cosa que hicimos al día siguiente. Llegamos a otro lugar mágico.
Otra vez solos en un salto de 110 mts.
de altura. Hasta nos dimos el lujo de caminar por la mitad del
abismo por el que cae el agua, que estaba seco. ¿En que lugar del
mundo sino en Venezuela íbamos a poder disfrutar de un espectáculo
así, sólo para nosotros y sin gastar ni un centavo? Sólo en
Venezuela. En cualquier otro lugar, ya estaría concesionado a alguna
empresa que explotaría los recursos hasta las últimas
consecuencias. En cambio en la Patria Bolivariana el turismo es
comunitario y en la Gran Sabana eso implica que los indígenas
Canaima, los dueños de esa tierra desde siempre, la cuidan y la
protegen, sin dejar de hacer todo lo que está a su alcance para
ayudar al turista.
Nos quedamos en ese
paraíso 2 o 3 días, sin ganas de emprender la salida que implicaba
bajar a tierras más calientes y según decían más hostiles.
Salto Aponwao |
Con Shala y Peter no nos
volvimos a encontrar, pero sabemos que están muy contentos en
Centroamérica y que piensan llegar a su hogar en alrededor de un
año. Van a haber estado viajando 10 años completos para ese
momento. Les dejamos su página web por si les interesa conocer más
de su experiencia: www.culturequest.ca
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